sábado, 29 de diciembre de 2018

En Busca De Un Abrazo.

Tan pronto como la vi, supe que; tras esos ojos grandes, negros y tristes, había una historia nunca antes contada. 
A primera vista uno hubiese podido adivinar que llevaba una vida colorida. Un vistazo a su corazón, y la verdad florecía con colores negros, tan negros que, los tonos gris era lo único que le daba color a su vida.

En su mente no existía ni el mas vago recuerdo de lo que fue su vida antes de los 3 años. Para ella, los recuerdos que llevaba empacados en la maleta de su corazón eran los que vivió con su familia adoptiva.

No solamente llevaba un nombre extranjero, sino que el aroma que le despertaba el hambre, eran esos que vivió con una familia que le dio todo menos protección y calor humano.


En sus tres décadas de rondar por este mundo, había vivido en carne propia el desprecio, el abuso y la soledad en un país extraño con una familia que no eran su sangre.


Y precisamente en esa etapa de su vida estaba cuando la  conocí. 

"Por muchos años he rehusado saber del hombre y la mujer que me trajeron a este mundo", me confió, "pero en los últimos meses, sueño con ellos, los siento a mi alrededor, y el deseo de encontrarlos me está matando".

Y sin titubear, me preguntó, "¿Cómo se sienten los abrazos de tu verdadera madre? Me imagino que serán diferentes a los de tu madre adoptiva. Tal vez nunca lo sabré. Quizá no será cómo me lo imagino pero añoro los abrazos de mi madre".



¿Cómo son los abrazos de mi madre? He estado meditando en esa pregunta por mucho tiempo. Estoy segura que no hay diferencia entre los abrazos de las madres biológicas y las madres adoptivas.

La diferencia está en cada persona y en cada experiencia como hijos.

Mi reto como madre es ser más sensible a las necesidades sentimentales de mis hijos. El calor físico de una madre, ya sea biológica o no, evitará muchos sentimientos de soledad y enfriamiento cuando estos sean adultos.

Seamos más amorosas. Especialmente con aquellos que no escogieron ser parte de nuestra familia.
"Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos". Marcos 10:16

Silvia Pérez de Gingerich

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