sábado, 29 de diciembre de 2018

Quietud Antes Del Bullicio.




Salmos 27:4-5
“Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré:
que habite yo en la casa del SEÑOR todos
los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR,
y para meditar en su templo.
Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo;
en lo secreto de su tienda me ocultará;
sobre una roca me pondrá en alto”.


Mi parte favorita del día es cuando la casa está quieta, la luz del día empieza a filtrarse
por la ventana
y yo disfruto de una taza de café con mi Biblia en mi regazo.
Cierro los ojos y susurro:
“Padre, háblame. Aquí estoy, a tu servicio.  Úsame hoy.”


Con cada segundo que pasa, el bullicio afuera aumenta más.
Y yo, en la quietud de mi sala, saboreo momentos de comunión con
mi Padre Celestial.


Las demandas del día amenazan por entrar a prisa a mi mente pero, no.
No les abriré la puerta todavía. No puedo hacerles frente sin antes
buscar el rostro de mi Padre.


No hay caso de  visitar a los huérfanos y a las viudas sin antes mirarme detenidamente
en el rostro de mi Padre.


Mi prioridad es llevar su gloria a todas partes.
Mi mayor deseo es que Él sea el punto de referencia, la razón por la cuál respiro.  
Quiero que Él sea el centro de atención en mi vida.


¿Haz experimentado la quietud en medio del bullicio?
¡Te invito a que lo hagas la parte favorita de tu día!

Silvia Pérez de Gingerich
Este artículo también lo puedes encontrar en el sitio web de Nuestro Pan Diario.

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